EL
PRINCIPIO DE LA IMPARCIALIDAD
La imparcialidad es la cualidad del comportamiento
del que no se inclina ni a una parte ni hacia otra, ya sea de carácter moral, político
o religioso.
Es la cualidad de ser neutral, no va ni a un lado
ni a otro.
La Imparcialidad implica aplicar la justicia, la
rectitud y la equidad en todas las facetas de la vida, sin hacer ninguna
distinción de nacionalidad, raza, condición social o credo político.
La imparcialidad no propone que todos los individuos
deban ser tratados de la misma manera bajo todas las circunstancias. Se
considera aceptable y coherente que determinadas personas sean tratadas en
forma diferente si tal tratamiento se justifica por razones objetivas y
externas.
La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de
las distinciones subjetivas (punto de vista muy particular de cada uno).
Aunque la necesidad de “conservar la confianza de todos” es atributo de la
neutralidad, ese imperativo se aplica también al principio de la imparcialidad.
Sólo una acción imparcial puede proyectar la imagen de uno mismo en la que
pueden confiar las personas que necesitan ayuda o protección.
La imparcialidad no
significa el no ser parte. La imparcialidad es una especie determinada de
motivación, consistente en que la declaración o intención se orienta en el
deseo de decir la verdad, de discernir con exactitud, de resolver justamente
una situación.
La imparcialidad consiste en poner entre paréntesis todas las
consideraciones subjetivas que puedan vendarnos la capacidad de obrar
adecuadamente.
Todo ministro ha de mostrar en su función
el aspecto de saber oír detenidamente a cada congregante antes de emitir
cualquier juicio o comentario. El ignorar esto nos podría hacer inclinarnos hacia
cualquiera de las partes que están en conflicto convirtiéndonos de esta manera
en personas parciales.
LA PARCIALIDAD EN LA VIDA MINISTERIAL 1 Timoteo 5:21
La parcialidad es la inclinación en particular por una persona, país,
ciudad, actividad, opinión, acción, etc.
Distinguir a alguien por encima de los
demás en forma particular. Jacob y José Gn. 37:3-4
Los ministros no están exentos a caer
en la parcialidad de echo llegamos a serlo cuando tomamos inclinación especial
por alguien de manera tolerante y no disciplinamos las acciones equivocadas que los demás puedan
llegar a cometer. El sacerdote Elí y sus hijos. 1Samuel
3:12-13
Un ministro parcial pierde respeto,
autoridad y respaldo de parte de Dios al dirigirse de tal manera.
La Biblia advierte que no debemos
hacer acepción de personas no importando su nivel socioeconómico o su aspecto físico.
Santiago 2
Los ministros de Dios debemos siempre
permanecer del lado de la justicia, la verdad y el amor que es en Dios con toda
humildad y mansedumbre.
EL
PRINCIPIO DE LA CONFIDENCIALIDAD
Confidencialidad:
Proviene de la palabra latina Fides
= Confianza.
La confidencialidad se refiere a un principio ético asociado con varias
profesiones (por ejemplo, medicina, derecho, religión, psicología profesional,
y el periodismo); en este caso, se habla de secreto profesional.
Cuando se habla de confidencialidad decimos que algunos tipos de
comunicación o conversaciones privadas entre una persona y otra (as) son
"Secreto profesional" y no pueden ser discutidos o divulgados a terceros.
LA CONFIDENCIALIDAD EN
LOS MINISTROS
La confidencialidad en los ministros es una virtud, un ministro por ser un
profesionista se ve en la posición de guardar “Secretos Profesionales” de ser
un confidente, esto es en el que se deposita la confianza de otro.
Como pastores o ministros debemos ser depositarios celosos de lo que
la Iglesia nos consulta, tanto los asuntos personales como privados
de su vida, convirtiéndonos en esa manera en consejeros discretos, capaces de
guardar la confianza otorgada no
defraudando a nadie ya que de ser así violamos nuestro propio código de Ética.
A lo
largo de su historia, la iglesia ha adjudicado un gran valor al consejo
confidencial.
Gaylord Noyce afirma: “Pocas fortalezas
ministeriales son más importantes que la habilidad para guardar confidencias.
La feligresía necesita, intensamente, la libertad para confiar esta habilidad
en sus ministros si, de manera constructiva, van a probar con la ayuda pastoral
para su dudas morales y espirituales, para confesar sus pecados y para crecer”.
Es importante entender que, las
conversaciones casuales en el estacionamiento de la iglesia o en la reunión de
un comité, no están contempladas bajo las restricciones legales de
confidencialidad, aunque sería prudente mantener la privacidad de aquellas
conversaciones.
Varios estados en los Estados Unidos han
tratado de proteger la responsabilidad de los ministros para guardar el secreto
de ciertas conversaciones. “En general, en tal legislación se lee, que
el ministro ordenado «no será obligado» a revelar una confesión o confidencia
que tenga que ver con el trabajo profesional”. Desde el punto de vista legal,
usted puede haber violado la confidencialidad si le compartió la información a
su cónyuge o a otra persona sin el permiso de la persona involucrada.
La discreción es
fundamental un consejero al servicio de Dios.
LA CONFIDENCIALIDAD Y LA INDISCRECIÓN:
La indiscreción es la
incapacidad de las personas en guardar un secreto cuando no existe la necesidad
de que terceras personas lo conozcan.
La indiscreción se aplica tanto a la persona o conducta que se caracteriza
por la falta de moderación, prudencia, sensatez o discreción.
Se requiere en nosotros los
ministros, la sabiduría y el Espíritu de
Dios para tener dominio sobre nuestras propias pasiones que muchas veces
quieren tomar el control y traicionar así nuestra propia ética de conducta.
2 Ti. 1:7
Si un ministro falla a los códigos
de confidencia caerá en contradicción a su personalidad y perderá su autoridad
y respeto de tal manera que de la discreción pasara a la indiscreción.
Para un ministro el ser discreto,
reservado y guardar los depósitos de confianza que le han sido entregados debe
ser una virtud invaluable que ha de conservarse celosamente de otra manera
decepcionaremos a aquellos que se acercan a nosotros confiando para nunca más
regresar.
Los dilemas éticos de la Consejería Pastoral
La confidencialidad puede convertirse en un dilema
ético para el pastor cuando la gente necesita ser protegida por razones de
seguridad.
Cuando una persona amenaza matarse o matar
a alguna otra, el pastor necesita tomar acción para proteger a la persona que
esté en peligro. Varios estados y municipios locales requieren que el pastor
informe hasta la sospecha de abuso infantil.
Algunas veces uno debe tomar la difícil
decisión entre mantener la buena voluntad de un adulto abusivo en confiarle un
secreto o rescatar a alguien que es incapaz de protegerse por sí mismo. En esos
casos, necesita responder al bien mayor o más alto.
Existen muchas
situaciones en las que nos veremos en el dilema de escoger entre guardar los códigos
de ética de consejería pastoral y tener que hablar con la persona correcta
sobre alguna situación que ponga en peligro a terceras personas o a la misma
congregación, debemos ser muy cuidadosos y sobre todo depender de Dios para
tomar las decisiones correctas siempre para bien sin intenciones de perjudicar
intencionalmente a aquellos que nos confían sus necesidades reales de una
manera sincera y transparente.
El Ministro y los límites en la consejería
Por el hecho de que usted es el
profesional, le corresponde definir los parámetros o fijar los límites para su
labor de cuidado y consejería. Es apropiado definir estos límites antes de
empezar la labor de consejería.
l Los límites del lugar
de la consejería
Excepto en caso de una emergencia, la
consejería debería realizarse siempre en la oficina pastoral. Éste es un lugar
seguro en el que las personas se sienten libres para compartir abiertamente.
Cuando está aconsejando a una persona del sexo opuesto, debería asegurarse de
que alguien más esté en las instalaciones de la iglesia. No vaya a la casa del
aconsejado, a no ser que su cónyuge o alguien más de la iglesia puedan
acompañarle y, si es necesario, puede esperarle en otro ambiente cercano. Los
restaurantes pueden convertirse en lugares que propician la intimidad personal,
en vez de ser ambientes propicios para enfocar los asuntos materia de la
consejería. Esto puede enviar un mensaje erróneo de calidez a alguien del sexo
opuesto.
l Los límites del contacto
físico en la consejería
Un abrazo, un beso en la mejilla o un
apretón de manos, pueden ser interpretados en varias maneras. En un momento en
que se están compartiendo profundas emociones, un gesto de contacto que busca
animar o alentar puede tornarse rápidamente en una invitación apasionada. Es
importante tener cuidado respecto a quiénes tocamos y cómo o dónde tocamos. Una
palmadita en la mano puede ser preferible a un abrazo hasta que conozcamos
mejor a la persona. . . Recuerde que las interpretaciones de los contactos
varían, no sólo por asunto de preferencia personal sino, también, en función de
normas culturales.
l Los límites de las
emociones en la consejería
Podrá suceder que un aconsejado del
sexo opuesto empiece a tener sentimientos románticos por el consejero o lo
contrario, que sea el mismo consejero quien empieza a tener sentimientos extraños
hacia la otra persona. Es necesario para el ministro guardar una apropiada
distancia profesional y apartar de su mente y corazón cualquier sentimiento que
ponga en riesgo su carrera ministerial.
NUESTRA RESPONSABILIDADES COMO MINISTROS
¿Cómo resistimos a la tentación y mantenemos una
relación apropiada?
Fortalezca su matrimonio si se es casado. Con frecuencia, la infidelidad empieza con dificultades en el propio matrimonio del ministro. Si hay problemas en el hogar, trabaje para resolver los asuntos personales antes de tratar de ayudar a alguien más. 1 Tesalonicenses 4:2-5; 1 Pedro 3:7.
- Fortalezca su vida espiritual con Dios. La frialdad espiritual es parte de un camino hacia el desastre moral. Si mantiene su práctica de la lectura bíblica, la oración y las disciplinas espirituales, va a encontrar que los recursos espirituales le permitirán sobreponerse a la tentación. Salmos 119:11
- Sea honesto con sus sentimientos. Podemos volvernos expertos en buscar excusas para justificar nuestras acciones incorrectas. Si admite sus sentimientos consigo mismo, estará más apto para hacer algo constructivo que detenga el proceso de deterioro. Salmo 51:1-4
- Evalúe las consecuencias. ¿Está dispuesto a tirar su carrera ministerial? Imagínese la decepción de algunos miembros de la iglesia, a quienes usted respeta, de su familia y de sus amigos. Poner la situación en una perspectiva de largo alcance ayuda a captar que tal imprudencia va a costar mucho más caro de lo que valió. Filipenses 3:8
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