I.2 PRINCIPIOS DE LA CONSEJERIA PASTORAL.


EL PRINCIPIO DE LA IMPARCIALIDAD

La imparcialidad es la cualidad del comportamiento del que no se inclina ni a una parte ni hacia otra, ya sea de carácter moral, político o religioso.
Es la cualidad de ser neutral, no va ni a un lado ni a otro.
La Imparcialidad implica aplicar la justicia, la rectitud y la equidad en todas las facetas de la vida, sin hacer ninguna distinción de nacionalidad, raza, condición social o credo político.
La imparcialidad no propone que todos los individuos deban ser tratados de la misma manera bajo todas las circunstancias. Se considera aceptable y coherente que determinadas personas sean tratadas en forma diferente si tal tratamiento se justifica por razones objetivas y externas.

La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de las distinciones subjetivas (punto de vista muy particular de cada uno).
Aunque la necesidad de “conservar la confianza de todos” es atributo de la neutralidad, ese imperativo se aplica también al principio de la imparcialidad. Sólo una acción imparcial puede proyectar la imagen de uno mismo en la que pueden confiar las personas que necesitan ayuda o protección.
La imparcialidad no significa el no ser parte. La imparcialidad es una especie determinada de motivación, consistente en que la declaración o intención se orienta en el deseo de decir la verdad, de discernir con exactitud, de resolver justamente una situación.
La imparcialidad consiste en poner entre paréntesis todas las consideraciones subjetivas que puedan vendarnos la capacidad de obrar adecuadamente.
Todo ministro ha de mostrar en su función el aspecto de saber oír detenidamente a cada congregante antes de emitir cualquier juicio o comentario. El ignorar esto nos podría hacer inclinarnos hacia cualquiera de las partes que están en conflicto convirtiéndonos de esta manera en personas  parciales.

LA PARCIALIDAD EN LA VIDA MINISTERIAL 1 Timoteo 5:21
La parcialidad es la inclinación en particular por una persona, país, ciudad, actividad, opinión, acción, etc.
Distinguir a alguien por encima de los demás en forma particular. Jacob y José Gn. 37:3-4

Los ministros no están exentos a caer en la parcialidad de echo llegamos a serlo cuando tomamos inclinación especial por alguien de manera tolerante y no disciplinamos las  acciones equivocadas que los demás puedan llegar a cometer. El sacerdote Elí y sus hijos. 1Samuel 3:12-13

Un ministro parcial pierde respeto, autoridad y respaldo de parte de Dios al dirigirse de tal manera.
La Biblia advierte que no debemos hacer acepción de personas no importando su nivel socioeconómico o su aspecto físico. Santiago 2
Los ministros de Dios debemos siempre permanecer del lado de la justicia, la verdad y el amor que es en Dios con toda humildad y mansedumbre.

EL PRINCIPIO DE LA CONFIDENCIALIDAD
Confidencialidad:
 Proviene de la palabra latina Fides = Confianza.
La confidencialidad se refiere a un principio ético asociado con varias profesiones (por ejemplo, medicina, derecho, religión, psicología profesional, y el periodismo); en este caso, se habla de secreto profesional.
Cuando se habla de confidencialidad decimos que algunos tipos de comunicación o conversaciones privadas entre una persona y otra (as) son "Secreto profesional" y no pueden ser discutidos o divulgados a terceros.
LA CONFIDENCIALIDAD EN LOS MINISTROS
La confidencialidad en los ministros es una virtud, un ministro por ser un profesionista se ve en la posición de guardar “Secretos Profesionales” de ser un confidente, esto es en el que se deposita la confianza de otro.
Como pastores o ministros debemos ser depositarios celosos de lo que la  Iglesia nos consulta, tanto los asuntos personales como privados de su vida, convirtiéndonos en esa manera en consejeros discretos, capaces de guardar la confianza otorgada  no defraudando a nadie ya que de ser así violamos nuestro propio código de Ética.
A lo largo de su historia, la iglesia ha adjudicado un gran valor al consejo confidencial.
Gaylord Noyce afirma: “Pocas fortalezas ministeriales son más importantes que la habilidad para guardar confidencias. La feligresía necesita, intensamente, la libertad para confiar esta habilidad en sus ministros si, de manera constructiva, van a probar con la ayuda pastoral para su dudas morales y espirituales, para confesar sus pecados y para crecer”.
Es importante entender que, las conversaciones casuales en el estacionamiento de la iglesia o en la reunión de un comité, no están contempladas bajo las restricciones legales de confidencialidad, aunque sería prudente mantener la privacidad de aquellas conversaciones.
Varios estados en los Estados Unidos han tratado de proteger la responsabilidad de los ministros para guardar el secreto de ciertas conversaciones. “En general, en tal legislación se lee,   que el ministro ordenado «no será obligado» a revelar una confesión o confidencia que tenga que ver con el trabajo profesional”. Desde el punto de vista legal, usted puede haber violado la confidencialidad si le compartió la información a su cónyuge o a otra persona sin el permiso de la persona involucrada.

La discreción es fundamental un consejero al servicio de Dios.

LA CONFIDENCIALIDAD Y LA INDISCRECIÓN:
La indiscreción es la incapacidad de las personas en guardar un secreto cuando no existe la necesidad de que terceras personas lo conozcan.

La indiscreción se aplica tanto a la persona o conducta que se caracteriza por la falta de moderación, prudencia, sensatez o discreción.
Se requiere en  nosotros los ministros, la sabiduría  y el Espíritu de Dios para tener dominio sobre nuestras propias pasiones que muchas veces quieren tomar el control y traicionar así nuestra propia ética de conducta.
2 Ti. 1:7
Si un ministro falla a los  códigos de confidencia caerá en contradicción a su personalidad y perderá su autoridad y respeto de tal manera que de la discreción pasara a la indiscreción.
Para un ministro el ser  discreto, reservado y guardar los depósitos de confianza que le han sido entregados debe ser una virtud invaluable que ha de conservarse celosamente de otra manera decepcionaremos a aquellos que se acercan a nosotros confiando para nunca más regresar.

 
Los dilemas éticos de la Consejería Pastoral
La confidencialidad puede convertirse en un dilema ético para el pastor cuando la gente necesita ser protegida por razones de seguridad.



Cuando una persona amenaza matarse o matar a alguna otra, el pastor necesita tomar acción para proteger a la persona que esté en peligro. Varios estados y municipios locales requieren que el pastor informe hasta la sospecha de abuso infantil.
Algunas veces uno debe tomar la difícil decisión entre mantener la buena voluntad de un adulto abusivo en confiarle un secreto o rescatar a alguien que es incapaz de protegerse por sí mismo. En esos casos, necesita responder al bien mayor o más alto.

Existen muchas situaciones en las que nos veremos en el dilema de escoger entre guardar los códigos de ética de consejería pastoral y tener que hablar con la persona correcta sobre alguna situación que ponga en peligro a terceras personas o a la misma congregación, debemos ser muy cuidadosos y sobre todo depender de Dios para tomar las decisiones correctas siempre para bien sin intenciones de perjudicar intencionalmente a aquellos que nos confían sus necesidades reales de una manera sincera y transparente.

El Ministro y los límites en la consejería
Por el hecho de que usted es el profesional, le corresponde definir los parámetros o fijar los límites para su labor de cuidado y consejería. Es apropiado definir estos límites antes de empezar la labor de consejería.

l  Los límites del lugar de la consejería
Excepto en caso de una emergencia, la consejería debería realizarse siempre en la oficina pastoral. Éste es un lugar seguro en el que las personas se sienten libres para compartir abiertamente. Cuando está aconsejando a una persona del sexo opuesto, debería asegurarse de que alguien más esté en las instalaciones de la iglesia. No vaya a la casa del aconsejado, a no ser que su cónyuge o alguien más de la iglesia puedan acompañarle y, si es necesario, puede esperarle en otro ambiente cercano. Los restaurantes pueden convertirse en lugares que propician la intimidad personal, en vez de ser ambientes propicios para enfocar los asuntos materia de la consejería. Esto puede enviar un mensaje erróneo de calidez a alguien del sexo opuesto.

l  Los límites del contacto físico en la consejería
Un abrazo, un beso en la mejilla o un apretón de manos, pueden ser interpretados en varias maneras. En un momento en que se están compartiendo profundas emociones, un gesto de contacto que busca animar o alentar puede tornarse rápidamente en una invitación apasionada. Es importante tener cuidado respecto a quiénes tocamos y cómo o dónde tocamos. Una palmadita en la mano puede ser preferible a un abrazo hasta que conozcamos mejor a la persona. . . Recuerde que las interpretaciones de los contactos varían, no sólo por asunto de preferencia personal sino, también, en función de normas culturales.

l  Los límites de las emociones en la consejería
Podrá suceder que un aconsejado del sexo opuesto empiece a tener sentimientos románticos por el consejero o lo contrario, que sea el mismo consejero quien empieza a tener sentimientos extraños hacia la otra persona. Es necesario para el ministro guardar una apropiada distancia profesional y apartar de su mente y corazón cualquier sentimiento que ponga en riesgo su carrera ministerial.

NUESTRA RESPONSABILIDADES COMO MINISTROS
¿Cómo resistimos a la tentación y mantenemos una relación apropiada?

  • Fortalezca su matrimonio si se es casado. Con frecuencia, la infidelidad empieza con dificultades en el propio matrimonio del ministro. Si hay problemas en el hogar, trabaje para resolver los asuntos personales antes de tratar de ayudar a alguien más. 1 Tesalonicenses 4:2-5; 1 Pedro 3:7.

  • Fortalezca su vida espiritual con Dios. La frialdad espiritual es parte de un camino hacia el desastre moral. Si mantiene su práctica de la lectura bíblica, la oración y las disciplinas espirituales, va a encontrar que los recursos espirituales le permitirán sobreponerse a la tentación. Salmos 119:11
  • Sea honesto con sus sentimientos. Podemos volvernos expertos en buscar excusas para justificar nuestras acciones incorrectas. Si admite sus sentimientos consigo mismo, estará más apto para hacer algo constructivo que detenga el proceso de deterioro. Salmo 51:1-4
  • Evalúe las consecuencias. ¿Está dispuesto a tirar  su carrera ministerial? Imagínese la decepción de algunos miembros de la iglesia, a quienes usted respeta, de su familia y de sus amigos. Poner la situación en una perspectiva de largo alcance ayuda a captar que tal imprudencia va a costar mucho más caro de lo que valió. Filipenses 3:8

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